El año pasado fueron la revelación del concurso. Finalistas, defendiendo un disfraz, el de mamarrachos, que estiraron hasta el mes de noviembre, cuando tuvieron su última actuación. Y 2017 tiene todo lo necesario para ser el año de su confirmación. Los encuentro en el bar El tranvía, donde ensayan hoy, tras haber tenido algún problemilla con sus horarios en su local habitual. Antes de pasar al salón de ensayo, un ratito de amena conversación con María y Agustín, los padres de David, el alma mater de la agrupación. Aparece David, tan grande como buena gente, y se nota que está cerca el Carnaval: sus ojos brillan y está temendamente inquieto, no para.
El pasodoble es moderno, sin toques clásicos, un pasodoble del siglo XXI, vamos, con un aire a los 4E. En cuanto a las letras, no se matan cuadrando rimas para no sacrificar un buen chiste. Me dicen que es la primera vez que cantan la actuación al completo, lo que me creo a medias: se les ve muy metidos en el papel, con mucho trabajo previo para conseguir el resultado, magnífico, de la parodia que pondrán en escena el miércoles 15 de febrero, en el López de Ayala, en tercer lugar.
Esto, lo de ir justos de preparación (sin sobreensayo), puede ser un punto a favor de los grupos; cuando se ensaya en exceso se deja de ver la gracia y espontaneidad necesarias para hacer que el respetable se divierta. Y estos chicos ya tienen el repertorio, y sólo queda pulirlo. En resumen, volverán a romper esquemas en cuanto a personaje, que será hilarante, con un repertorio que aunque parezca lo contrario, serán una gran defensa del Carnaval de Badajoz.
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